último partido
Estar en la tribuna junto a la familia del Chapito durante su último partido con las Chivas fue un privilegio que difícilmente olvidaré. Más allá de las jugadas en la cancha, la verdadera magia se vivía en las gradas, donde el legado de este ídolo rojiblanco se sentía en cada mirada y en cada aplauso.
El orgullo y emoción en los rostros de sus seres queridos fue como detener el tiempo, cada clic fue un recordatorio de que el fútbol trasciende los límites del deporte: es emoción, es herencia, es amor.
La atmósfera estaba impregnada de nostalgia, pero también de celebración. Ese día, el Estadio Akron no sólo despidió a un capitán, sino que también celebró una historia que quedará grabada para siempre en los corazones rojiblancos, y yo tuve el honor de ser testigo de ello desde la perspectiva más íntima y especial: la de su familia.